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ROSA y JOSÉ : Un canto a la vida y al amor.
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Desde Vermont





Una hermosa carta escrita por la benjamina del clan Carranza Vásquez, con motivo del primer aniversario del fallecimiento de Doña Rosa. Un pequeño homenaje a su memoria, a lo que ella significó en nuestras vidas y el legado que nos dejó; a la vez abre una ventanita a nuestro pasado. ¡¡ Gracias Chela por compartirla con todos !!


Vermont, 17 diciembre de 2004.


Querida Mamá:

Hace un año ya, que emprendiste el vuelo como una bandada de palomas blancas. En un día tan especial como hoy, mientras contemplo la nieve, tu recuerdo viene a mí en el sonido del viento que agita mi ventana. Me pregunto, ¿qué estarás haciendo ahora que pienso en ti?, ¿tejerás tapetitos de hilo de nube, o cultivarás en los jardines celestiales alhelíes, margaritas y diamelas?
 
El sonido del viento me trae un murmullo lejano y una canción llega quedamente en tu dulce voz, mientras entonas: "En una mesa de dulces, un ramillete de flores ." Con tu canto, llegan también los aromas de los dulces que preparabas y los recuerdos de un pasado, con el que me abrigo en esta fría mañana de invierno.

Mamá, ¿te acuerdas de la casa donde crecimos, con su techo protector de tejas rojas y los árboles de eucaliptos que sombrearon nuestra niñez y juventud? ¿Te acuerdas del aroma que despedían las calles, cuando las saturaban de melaza? Me parece verte trajinando en la cocina, viene a mí el sonido de una guitarra. Es Germán en el comedor, tratando con tenacidad de arrancarle a las cuerdas una canción. Alguien ríe, con una risa contagiosa y despreocupada; me asomo a ver quién es, y descubro a Víctor.

Mamá, ¿recuerdas a Alicia, con su hermoso pelo negro y su cuerpo grácil?, ahora está en su cuarto probándose un vestido que Haydée trata de hilvanar, con sus manos bonitas adornada con dedos largos y delicados; ella cose y borda con belleza y nitidez. María en su cama, sueña con los atardeceres en Puerto Chicama, su plácido mar y los barcos que se pierden en el horizonte; mientras Fina muy atenta, lee "Violeta" a su lado. Soledad, afanosa, limpia la casa con esmero y canta boleros. Teresa, doblada sobre la mesa del patio, estudia y nos desvela con el reflejo de la luz. Juan, emocionado, le cuenta a Papá las consabidas historias de los Caballeros de la Mesa Redonda, mientras con su noble cabeza inclinada, él escucha y cepilla la madera, en silencio. Yo, sentada en una ventana imaginaria, veo las escenas de un pasado feliz, deslizándose ante mis ojos.

Mamá, ¿cuánta distancia hay desde tu morada eterna y el lugar donde tus hijos habitamos? Ninguna, ¿verdad?, porque estás siempre con nosotros, en nuestra sangre, en nuestra mente, en nuestros corazones, atada a cada uno de nosotros con ese hilo invisible que es la fibra de nuestras vidas. Yo te veo constantemente en lo que te fue tan querido y que nos dejaste como un legado de amor y entrega. Te veo en la determinación, industriosidad y fortaleza de Alicia y Soledad; en la generosidad de Haydée y su entrega total a una causa noble. Te veo en la tenacidad y en la fe callada y sólida de Teresa; en la alegría de Víctor y el corazón de niño de Juan. Te veo en la integridad y abnegación de María; en la rectitud, prudencia y espíritu de servicio de Fina; en la laboriosidad y mística de trabajo de Germán. Te veo en mí, cuando encuentro el lado luminoso y alegre de la vida, a pesar de sus embates, pues con los años llegué a descubrir la chispa que había en ti y que con modestia tratabas de encubrir.

Tu presencia en esta mañana me reasegura que siempre estás conmigo, con nosotros, y que no nos has dejado solos. Mi alegría mezclada con tristeza y añoranza te ve sonriente al lado de tu amado Viejo, tus hijos y otros seres queridos que también emprendieron el viaje a la eternidad, y siento que eres feliz.

Descansa en paz Madre querida, con la seguridad de que nunca serás olvidada. Que Dios te guarde y acompañe; que el recuerdo de tus hijos que aún estamos en este mundo, llegue a ti como la fragancia de los clavelitos y rosas bertas que tanto amaste. Tu presencia camina de la mano con nosotros y tu sombra protectora estará siempre en nuestras vidas.
 
Con amor, tu hija:
 
Chela


LA HORA  
   
EL ARTE DE SER ABUELOS.  
  AUNQUE NO LO PAREZCA, SER ABUELOS ES UN ARTE QUE REQUIERE ACEPTACIÓN DE LA CONDICIÓN DE LA PERSONA, PACIENCIA, AMOR Y HUMILDAD QUE, POR OTRA PARTE, SON ELEMENTOS ESENCIALES PARA VIVIR CON DIGNIDAD ESTA ETAPA DE LA VIDA.

ROSA Y JOSÉ NOS ENSEÑARON ESE ARTE DE SER ABUELOS:

1) NADIE PUEDE HACER POR LOS NIETOS LO QUE HACE UN ABUELO.

2) NO ES VIEJO AQUEL QUE PIERDE SU CABELLO O SU ÚLTIMA MUELA, SINO EL QUE PIERDE SU ÚNICA ESPERANZA.

3) CUANDO SEAS VIEJO EN LA CARNE, SÉ JOVEN EN EL ALMA.

4) DICEN QUE EL TIEMPO PASA. NO ES VERDAD. SOMOS NOSOTROS LOS QUE PASAMOS POR ÉL, Y CADA MOMENTO PUEDE DARNOS FORTUNA SI ENTENDEMOS.
 
ABUELOS QUERIDOS.  
  CABELLOS BLANCOS, ES RECUERDO,
UN SIN FIN DE VIDA,
ES EL ABRIGO DE UN TESORO
DE MEMORIA Y SABIDURIA ,
ES UNA EXPRESIÓN DE VANIDAD
DE UN CUENTO DE NOSTALGIA
POR LA MOCEDAD PERDIDA.

CABELLOS BLANCOS DE MIS ABUELOS
SON EL SIMBOLO DE PUREZA
ES LA LEY DE NATURALEZA,
VOLTEAS HACIA EL CIELO
MIRANDO A DIOS Y SU GRANDEZA .
 
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