
Cada vez que leo este poema me hace pensar en la casa de los abuelitos y quiero compartirlo con todos.
Carola
Se Oye la lluvia
La casa de mi infancia es de barro
del suelo a la teja
y de maderas apenas descuajadas,
que en otro tiempo obedecieron
hachas y azuelas
en los cercanos bosques.
El gran filtro de piedra vierte en ella tan grande,
su agua de fresca sombra.
Yo amo su silencio que el fiel reloj del comedor vigila.
Me escondo en los muebles inmensos.
Abro la despensa
para asustarme un poco
del tragaluz que hace oscuros
los rincones.
Corro aventuras inauditas cuando entro en el huerto cerrado
que me esta prohibido.
En la penumbra de la tarde, que va cayendo lenta sobre el mundo,
el grillo del hogar canta de pronto y su estribillo triste
riega en el aire quieto
Paz y sueños sabrosos.
Isaac AZOFEIZA